lunes, 17 de diciembre de 2012

Aromas en el vidrio


Tras años de abandono, los grasientos y malheridos vidrios de la casa, llenos de tierra y poblados de arañas que cruzan de punta a punta por su telar, recuperaron su transparencia.
Han pasado algunos meses y la restauración de rincones viene viento en popa. La abulia era tal que no se reconocían los materiales. Hoy ya varios hasta presumen. Pero el dato más interesante me llega por los vidrios. He terminado de someter sistemáticamente al desabrigo a todos y a cada uno de los doscientos trece vidrios. Ni uno de los otros materiales llaman menos la atención al ser restaurados. Sólo los vidrios logran algo mágico. En ese momento salen del centro y abren el pecho. Gracias a que se los ve menos, nace el misterio mágico de la comunicación.
El exterior, paseante cotidiano de las veredas, reconoce a ese precedente testigo del olvido y ve recostar al sol que se mete sin aviso ni permiso.
El interior más fecundo cuenta y canta:
-Tras la siembra y algunos partos, tengo la casa fragante, con aroma de mujer.

martes, 11 de diciembre de 2012

Enviones del viento/2


El viento ha vuelto con tanto envión como aquel diciembre. No hay anuncio en cada viento. Sólo algunos, muy puntuales, me hacen vibrar de una manera inexplicable y afinan mi oído. Nada puedo decir hoy a pocos días y resisto a la tentación de ubicar la respuesta sobre cada una de las minúsculas voces que se pronuncian. Pero ese viento inconfundible cuenta sin dudar alguna pisada futura que entregue toda la energía ardiente de la Pacha a la sangre densa que hoy corre por mis venas. ¿Qué espera esta vez de mi el viento? ¿Qué me cuenta? ¿Qué canta cuando fluye?

martes, 27 de noviembre de 2012

Ausencias en visita

Clara, contrariada, no lograba abrazar la triste despedida. Hermoso es el silencio que no es de resignación. Hiriente, doliente, en cambio, ese acallarse sin aviso ni permiso, ese terrible desaparecer que borró huella y canto.
Clara, de regreso, cruzó el umbral con flores en mano, que se miraron con las nacientes en su ausencia. La rosa y la enamorada del muro, la glicina, la lavanda y el jazmín del cielo recibieron visitas: hortensia y magnolia fueron bienllegadas.
La promesa de libertad no había querido enjaular al pájaro y él parecía hijo del adiós eterno.
Noviembre hizo fiesta de flores y el pájaro oliendo aromas no resistió.
Los amores sinceros, las amistades profundas, de alguna manera siempre vuelven, aunque los meses le hayan hecho parir soledad y desconsuelo.
Costará despedir este noviembre florecido. ¡Los isondúes siguen encendidos!

Ausencias/2

Se fue por el orificio de la pileta, en un descuido, resbalándose como jabón. Clara la amaba como a pocos en el mundo, pero él quiso desprenderse de sus manos, que no la querían como prenda sino como una luz más entre los isondúes que nos amamos al andar. 
Han pasado ya meses y Clara cuenta que el olor del jabón no se va. No hay manera de saber en qué lugar de la cañería se ha escondido. Sólo quedan los "atrases": su abrazo en piel, su llamativa sensibilidad, su entrega total en cada causa y su sensación de vivir derrotado, que lo llevó al suicidio de ella y a la insuficiencia de ese perfume en las manos, que no lo logra traer.
La promesa de libertad no quiere enjaular al pájaro. No esperaba esa despedida pero así, triste, así de triste, fue.

martes, 20 de noviembre de 2012

Los que rocían naceres

Clara lee sus escritos olvidados:
-Al final de este viaje, sólo me quedarán entre manos y recuerdo los que regaron la siembra, rociando gota a gota aquellos minúsculos naceres donde puse la esperanza. Esos que atendieron el riego cuando no tenía de dónde sacar fuerzas. ¡Los isondúes siguen encendidos y hacen todo para que nos coincidan los ratitos!
Otros, tal vez atraídos por Añá, ahuyentados por la tierra movida y asustados por los brotes desconocidos, emprenderán el viaje para jamás volver.

La pequeña intenta repetir el esquema y procura hacerse cargo también de los temerosos idos. Un día logrará saber que no es la madre de todos, y saberse madre, hermana y amiga de los riegos compartidos mientras va pariendo el nuevo nacimiento.
Lo que vive Clara hoy me nombra.
Belli:
-Sé que ciertas imágenes de mi pasado han entrado a sus sueños, que puedo espantar su miedo oponiéndole mi resistencia. Sé que habito su sangre como la del árbol, si bien no me está dado cambiar su sustancia, ni usurparle la vida. Ella ha de vivir la suya, pero yo soy el eco de una sangre que también le pertenece.

martes, 13 de noviembre de 2012

Las cajitas, tras la lluvia

Papá era pediatra y cuando niños nos traía cajitas de medicamentos que con plasticola, tijera y fibrones convertíamos, al instante, en edificios de los más variados que puedan imaginar.
Los entusiasmos y un rincón arquitectónico heredado de mamá, nos llevaban a convertir cajitas en grandes rascacielos.
Mientras vuelvo al pueblo donde nacieron sus primeros pasos el pediatra y la arquitecta, los rascacielos de las ciudades se vuelven ajenos.
No sé bien por qué, un día al madrugar, recordé aquel espíritu constructor. Justo había caído una gran tormenta y las cajitas no resisten tanta lluvia sin desplomarse. Al parecer, dijo Clara, no resisto yo tanto edificio sin desarmarme.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Los rincones quebrados

Con la casa no termino más. Hace meses que trabajo cuatro horas por día y siempre queda algo por mejorar y reparar.
Mientras pinto a veces pienso en tener un día una casa propia y miro cada vez con más cariño las casas abandonadas del lugar: la pintaría de estos colores, comenzaría por esa ventana que está tan tristemente olvidada y seguiría por allí, para devolverle la luz interior que le está faltando.
Poco a poco, a ritmo de músicas y pinceladas, lo de afuera contagió a lo de dentro. Los rincones quebrados, dolidos y olvidados, las esquinas con telarañas y el óxido carcomiente de esa gota que cada lluvia mojaba allí, hoy están sólo en la cátedra de historia.
La reciente foto captó cómo barniz y pintura reflejan la flor que en primavera parió.
Brilla lo olvidado y refleja, gozosamente, todo eso que nació.
¿Quién habría imaginado que ese encuentro con lo otro, que ese acercamiento a lo abandonado, sería un encuentro con mi nombre y mis sueños?

Esa terquedad para parir





Ese árbol no se fue de mi cabeza en todo el día. ¿Cuántos son esos troncos que suben y vuelan tan alto? ¿Cuántas esas hojas que susurran con el viento? ¿Dónde se le ocurrió nacer? Miro al suelo y no hay teoría de tierra fértil que resista. Semejante gigante saca literalmente agua de las piedras. ¿Qué puede ofertar la pura piedra? ¿Qué terquedad le hizo nacer allí, cuando había tanto suelo para parir?
El imponente me invade, me sacude y promete quitarme el sueño: donde todo parece infértil, la vida nace, nace... y nace.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Del cajón a la luz

Clara estaba guardada en los cajones del placard. Hace meses que no veía la luz y la asfixia la condenaba a la muerte próxima. Había llegado al cajón, aturdida de tantos ruidos que la ensordecían. Manos y piernas tenían los ruidos y la empujaban de un lado a otro, con ojos vendados, sin dejarla un instante quieta, para darse lugar en el silencio.
-Unos dicen que aquí, otros dicen que allá. Debo partirme en dos... -canta Silvio.
En dos, en tres, en diez y más -dijo Clara, para ser todo eso que pretenden de mi.
La pequeña se escondió en el cajón y día a día, madrugada tras madrugada, se asomaba.
-¿Todavía esperan de mi?
Sus ojitos miraban a ese gigante que permanecía allí, cerquita de la salida.
-¿A quién ves, Clara, si no hay ningún gigante?
Callaron los ruidos e inundaron los silencios. Y en el silencio logró salir.
La temerosa sólo sabe susurrar. En silencio susurra como el viento sobre la paja: anunciando lo que viene.

lunes, 29 de octubre de 2012

Piezas de museo

Fóbicos a los contratos abusivos  y amantes del trueque como abrazo de comercialización, Nico y Jesi creen que las ciudades deberían convertirse en museos.
De corazón sentipensantes, como diría el gran Eduardo, dejaron a espaldas el hormiguero humano de Buenos Aires, cargaron en sus hombros un par de bártulos y clavaron su estaca en José de la Quintana, que no fue santo, aunque el cartel diga que sí. Cerca de 800 habitantes lo habitan y lo respiran cada amanecer, un 0,00533% de aquel Buenos Aires que Nico y Jesi dejaron atrás.
Mientras renacen, construyen su casa de barro, arman con latas y cables redes libres para que el pueblo pueda acceder a internet.
Lo cuentan más o menos así:
-La conexión va de nuestra casa a la casa del Cholo, que tiene 80 pirulos, de ahí a lo de la maestra de la escuela y de ahí a lo de la flaca. De ahí hasta allí y cruza de pueblo a San Agustín, que sí fue santo, según dicen.
Nacen de nuevo cada día, antes de morir. Nacen, esas piezas únicas, casi de museo, mientras Quintana renace ¡libre!

viernes, 19 de octubre de 2012

Tagore el mediador


Hace días las palabras no llegan al cuaderno. Lo agarro, lo tengo, lo abrazo, lo golpeo. Lo miro y lo ignoro. Ni me mira ni me abraza. No tiene ganas de dialogar conmigo y deja sus páginas en blanco sin cantarme ni buscarme.
¿Qué puedo decir si toda palabra migra al instante en tachadura? ¿Qué puede decirme con ese blanco silencio?
En un intento de reconciliación buscamos un mediador: Tagore, que habla de él, o de mi.

“-¿Dónde está lo que esperábamos de ti? ¿Aquello que parecía apuntar en el suave brote verde? ¿Hemos de soportar la inmadurez para siempre? Ya es tiempo sobrado de que sepamos lo que hemos de recibir de ti. Queremos una tasación justa de la porción de aceite que el crítico, de ojos vendados que da vueltas al molino y que es imparcial, puede sacar de tu cosecha”
Ya no es posible engañar a esta gente para que espere con expectación más tiempo. Mientras fui menor de edad, confiadamente me dieron su crédito; ¡es triste desilusionarles ahora que las palabras de la sabiduría no me llegan! Soy del todo incompetente para producir esas cosas que puedan ser alimento espiritual para la multitud. Más allá del trozo de canción, alguna leve charla, algún ligero pensamiento, no he podido avanzar. Y, ahora su ira contra mí; pero ¿les pidió alguien, alguna vez, que alimentaran estas grandes esperanzas?” (Julio 1887)”

lunes, 8 de octubre de 2012

El telar reconstruyó la flor

El árbol de otroño supo de invierno y aunque de momentos rengo, casi inmóvil como Aquiles tras la herida, pudo pronunciar su manifiesto: "Fluye savia para rato"
Pescetti: "La primavera no nace sino del despojo de todo lo viejo"
Jodido y crudo el invierno que viene con transplante.
Yo en la ventana observando la magnolia: Está todo listo. Sólo espera mi mirada para abrir en flor. Hasta los pájaros le revolotean, presumiendo.
Pasan las horas. Viniste en el primer aroma, mezclado con el jazmín. Y en un instante, imponente, lo olvidó, como olvidó el dolor del adiós. No el adiós. Sólo el dolor del adiós.
Invadió en aroma. Irrumpió la blancura de la magnolia.
Neruda: "Y allí el telar hilo a hilo, buscando, reconstruyó la flor (...) Cante el hombre sus amores y galope, encendiendo cereales"


lunes, 17 de septiembre de 2012

Demasiado

Eras demasiaddo
demasiado para mi.
Te trataba como un cristal
en el miedo de dañar tu transparencia
Te olía como a una flor
sin tocarte,
respirándote.

Pero eras frágil y yo torpe
princesa y yo bestia
piel y yo metal.

Un día
Un triste día
la torpeza me tuvo distraído
mi flecha te irió.
La noche nos perdió
y el llanto humedeció.

Eras demasiado
demasiado para mi
allí quedaste
     allí
nunca más te vi
allí quedé
     allí
jamás renací.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Ausencias

Un repasador colgado en la puerta del horno. Un libro en la mesa.
Un plato solo pero rodeado: un cuchillo y un tenedor.
Un árbol se ve detrás de una ventana y un pájaro canta una mañana.
Una sola flor mientras espero la primavera.
Tagore: "la luna llena brilla en mi alma, pero mis ojos ciegos no pueden verla"
Y yo: solo. Rodeado y solo. Poblado de presencias y ausencias.
Solo mientras
                     te alejas
                     me dejas
                     no llegas.

domingo, 26 de agosto de 2012

Nostalgia de tren

Clara amaneció nostálgica. Tuvo un nosabequé: sueño o pesadilla.
Me cuenta que ayer había caminado por las vías del tren.
-¿Se puede ser nostálgica de lo que nunca se conoció?
Le digo que no, pero me sale con no sé qué historia de los espíritus ancestrales y algo de una memoria colectiva que se anuncia en nuestros genes.
-Yo caminaba triste por la abandonada vía del tren. El tren venía de Córdoba y pasaba pueblo por pueblo, como hoy lo hace el Aquidabán en el Chaco Paraguayo, llevando de tornillos a familias, todo lo que esté en el medio.
Gastón recuerda haber visto en la ventanilla al presidente Illía, rumbo a Cruz del Eje.
La pequeña iba de vagón en vagón. Los viajeros la bajaban a las hamacas de los pueblos y la acercaban "a ver la velocidad", junto al maquinista.
El sueño de Clara nunca pudo ser parido. Ese tren dejó de funcionar en 1977 y lo demás fue puro intento.
Por opción o puterío, los trenes en Argentina no vuelven a rodar hasta nuevo aviso.
Los dinteles lloran su madera con chillido de entraña cuando Clara camina por allí. De noche lloran, además, los pueblos idos, niños inocentes que no tuvieron ni voz ni voto en este entuerto. El óxido de la vía le roba la esperanza al sueño que quiso ser, y no fue.
La niña camina triste, cantando camina: "en soledad/ por un sendero ya olvidado/ buscando huellas de otra edad/ signos eternos enterrados" (Elizabeth Morris)

 

viernes, 24 de agosto de 2012

La que presume al malparido

Agosto me ha parecido siempre un mes despiadado y hostil. Tras mi casamiento con la bicicleta miramos a ese mes como malparido, sobresaturado de vientos y de polvo en suspensión.
Para colmo de males el desnudo árbol extraña la hoja y se arrastra llorando invierno. Supo que desprenderse de la hoja era necesario, pero hoy la extraña y el envión no llega a su piel. La primavera no nace y agosto pareciera tener más de treinta y un días. 
Ese antipático, en complicidad con algunos soles, engaña vilmente dos o tres entusiastas brotes y los quema con la helada nocturna.
Pero entre tantos que remamos contra corriente, aburridos de invierno, la bignonia trae la luz. Florece en agosto y llena de anaranjado las casas.
Cuando todo parece muerto, la muy terca nace, presume, crece.

domingo, 29 de julio de 2012

Piedra de infancia

A mi infancia caminante

Las voces que claman me trajeron al exacto lugar donde hace un tiempo estuve. Estoy sentado en la misma piedra donde mi cuerpo de chico estuvo y me pregunto si mis renglones hablarán de ausencias o de presencias.
Me parece increíble tener tan grabadas las imágenes del día en que vine. Cada pisada de paisaje y cada sonido del río salió al encuentro de mi memoria con tanta claridad como salen al encuentro de la memoria de mi abuelo las historias de más lejos, las historias de infancia.

Te hablaré, infancia, te hablaré:
-Sos aquí la gran ausente y la más presente. Te busco en la piedra, te busco en el río, te busco en el sol. Te busco en esos niños que juegan frente a mi, como aquel día en el que el que jugaba era yo. Te busco.
¿Te habrás ido en la piedra, con la última crecida? ¿Te habrás ido en el agua, tras la última sequía? ¿Te habrás ido en el sol para cuidar esa, la piel que me abriga? ¿O tal vez te fuiste en los niños, que poco saben de futuro -o mucho- como sabías tú?
Te busco y no te encuentro, y sin saber cómo, me late la certeza de tu presencia abrazadora, abrasadora.
Un zorzal. Se acaba de posar un zorzal a poco más de un metro. Y canta.
Ahora otro, del otro lado, a casi la misma distancia pero más alto. Justo donde trepabas a buscar peperina aquel día. 
De un lado del río un zorzal. Y en la otra orilla del mismo río el otro zorzal, también cantando. ¿Estarás en el zorzal? ¿Estarás en el canto? 
Empiezo a cantar.
Mi canto es tosco. Más tosco que mi trazo. Pero canto... canto... canto...

"Vete de nuevo hasta el arroyo, 
donde esta tu mejor canto. 
Busca tu raíz
  y dale la caricia a la que siempre espera
la única manera de hacerla que vuelva
a ofrecerte frutos hasta en el invierno" (A.B)

Canto. Volviste en los niños, en la piedra y en el río. ¿Volverás a mi cama cuando se acueste el sol? ¿Sos el zorzal en altura o el otro? ¿Y yo cual soy? ¿Somos ambos, los dos?
Canto. Sigo cantando...

"La otra orilla del mismo río
y en ella acaso lo que quisimos...
a dos orillas el mismo sueño,
que sólo busca la libertad" (T.P)

miércoles, 25 de julio de 2012

Renacen los abuelos/2

¿Curiosidad ante el siempre nombrado rincón del mundo? ¿Unión de eslabón en tensión? ¿Genealogía de filósofo? Clara y su maleta vuelan, haciendo caso al imán.
El abuelo Lito, como tantos hoy abuelos, había partido hacia Argentina mientras el siglo se asomaba y España se secaba. Con un par de bártulos y la certeza de estar económicamente un poco menos peor, subió al barco y casi nunca más volvió.
Lito traía sus pisadas por Valencia en cada ronda familiar. Los relatos se contaban como transfusión de sangre y Clara los abrazaba mientras prometía volver.
Bártulos van, bártulos vienen y así un día ella apareció donde él amamantó.
-Al llegar mi corazón latía sintiendo, latía sonriendo, latía agradeciendo. La transfusión había sido tan exitosa que logré percibir olores y sabores familiares que estaban desde siempre. ¡Los abuelos renacían!
Con lágrima en sus ojos, con lágrima en los míos, Clara cuenta que sólo dos cosas estaban como antes: el pozo y el reloj.
-Una fuente y un tiempo, para volver a nutrir el camino.
No hay tiempo sin agua y el pozo lo sabe: refleja en su espejo "más de cien pupilas donde vernos vivos" El reloj gira, incasable como conejillo de indias frente al queso, siendo testigo de los ojos que el pozo reverdeció.
Clara tiene ojos verdes. ¿Tendrá algo que ver el abuelo, en todo esto? ¿O fue el pozo? ¿O fue el tiempo?

martes, 24 de julio de 2012

La casa fóbica

Por error le hizo ventanas y por acierto nunca las abrió. Los muros de piedra y ladrillo traspasan los tres metros y la casa, fóbica de los olores, colores y sueños del pueblo, parece trasplantada. Fóbica del cerro que en cada amanecer abraza al pueblo, que en cada atardecer se vuelve luz y hace brillar los quebrachos colorados para que duerman, con el último calor, en su falda.
Fobia en muros, fobia en ventanas que espaldan a ese dios de gigante roca, energía de pobladores y atracción de caminantes y fobia de ser vista.
El frente brilla pero nunca veo a nadie. Brillan los vidrios espejo, sin contar ni un cuento del interior. La vereda es puro abandono y el gran patio, que no se ve, también. Lo miro desde la ventana y caen mis lágrimas. Mansión sin verde, mansión sin flor. Mansión sin árbol ni canción. ¿Qué hace aquí la malnacida mansión, foránea en este cuerpo-pueblo, pariendo ajenía?
Casa y pueblo se llevan como perro y gato. ¿Cómo se lleva quien la habita, con los nacidos aquí? ¿A quién teme la única persona que vive adentro? ¿Quién encierra a quien, en esta triste historia?

domingo, 22 de julio de 2012

Terapia de tierra movida

De las terapias de este siglo, andar en bici y remover la tierra me enamoran y sanan. Pero como a los sueños olvidados, había encajonado este acto de fe en palpar la tierra y hacerla desgranarse en mis manos.
Mientras ella va y viene, encontrando lugar, la tierra me recuerda el motín de sueños y los cortasueños en combate. Los cortasueños mantienen la esperanza de gobierno y hablan de migas pasadas, sin recordar siquiera la tesis central de Hansel y Gretel.
Clara, encabezando el motín, dedica tiempo y canto para hacerme soñar:
-Los que te aman no están en las migas sino en el embarazo. Aunque hijos de los días pasados, los sueños se sueñan con quienes te abrazan hacia un nuevo amanecer. El embrión quiere al pozo por el agua que el dio e ignora la miga que por miedo al futuro habría podido dejar.
La tierra movida movida está. El terrón se ha desperdigado y el cantero se alista para quien quiera sembrar.

¿Calor de envión?

¿Calor de envión? ¿Color de escoba nueva? ¿Olor de árbol enamorado, sentado en estación de tren un 20 de septiembre, esperando ver llegar en el primer vagón, en la tercera ventanilla, a su amada primavera? ¿O es quizá el momento exacto donde gritan sorpresa mientras nace el festejo de cumpleaños sin aviso?
Me pellizco hasta el pezón para preguntarle a mi piel si toda esa gente me saludó en la vereda del pueblo. ¿Qué le anda pasando a los transeuntes de estos pagos, que saludan al pasar? ¿Qué bicho les picó para darse ese lujo en estos tiempos de auricular y hormigúmanos en cruce peatonal?
Dígame usted, pellizcón de pezón, si es sólo encanto de envión este abrazo en voz, este asombro de pueblo chico, este saludo de vereda del último que pasó. Dígame usted, pellizcón de pezón.

martes, 17 de julio de 2012

Los sueños paridos

Tras el motín, los acallados sueños se empiezan a soñar y los olvidados esperan resurrección para ser el sueño más soñado. Clara desempolva la cajita de sueños y volviendo a la niñez los zamarrea como a su viejo sonajero. La cajita-sonajero va dando las notas con que los sueños quieren ser soñados. Clara marca el ritmo y lo acompasa a su corazón.
Adentro de la cajita los sueños van y vienen:
Los sueños ansiosos intentan quedarse cerca de la tapa, para ser soñados primeros.
Los sueños remolones no se despegan de la base y, mal que les pese, permanecerán en el olvido.
Tampoco encontrarán oxígeno los sueños aburridos, los sueños prolijos, los sueños que condenan y los sueños que encarcelan.
Los sueños pasionales, en cambio, intentan amarse con otros y reproducirse, para ser soñados cada noche. Los paridos de esos sueños dan la nota, marcan el ritmo y logran que Clara vuelva a cantar y bailar.

lunes, 16 de julio de 2012

Renacen los abuelos

Es del 22 y es más lo que calla que lo que dice. Pero con tanto paso recorrido dice más el que calla que el que dice.
-Me fui a Buenos Aires. Hablé con tal y tal. Faltaba un papel y tuve que volver. En ese tiempo ir a Bueno Aires era todo un acontecimiento. Finalmente Elsita y yo conseguimos el crédito del hipotecario e hicimos la casa.
Elsita murió hace veinte años, cuando yo era niño y pisaba estos suelos para verla y para ver al señor del 22. Viajar a la casa de los abuelos era viajar a jugar.
Julio del 2012 y yo con 32. Oscar ya cruzó los noventa y la abuela tendría ochenta y siete. Los abuelos están por todas partes. Pinto las rejas y en ellas los veo dibujados. Lustro los pisos y en ellos los veo brillar. Cocino y oigo aquel llamado de la abuela para almorzar. Y escucho el silbido tanguero del abuelo cada vez que recorro la vereda.
Mientras el abuelo atardece, la casa me abraza. Me abraza él y me abraza ella. Mi sangre fluye llena del presente y llena de mi infancia por estos pagos. ¡Es tiempo de callar! ¡Es tiempo de jugar!

martes, 19 de junio de 2012

Cortasueños en combate

Los cortasueños enfilan en combate y lanzan plan de desconfianza. Añá los manda con órdenes expresas y los amenaza de muerte si vuelven con las manos vacías. Los cortasueños llegan a destino y se lanzan a hablar:
-No los sueñes, que te dañan.
-No los abraces, que te empuñan por la espalda.
-No los ames, que te engañan.
-No los cuentes.
-No los cantes.
-No los felicites.
-No los vivas
-No los quieras

Y los sueños en motín se preguntan qué hacen por acá los cortasueños y a qué han venido, si no es a amar. Se organiza el motín y, en acuerdo, resuelven sacar a patadas a todos y cada soldado de Añá.
-Aquí no tienen permiso, señaló el vocero. Aquí no tiene permiso el que no deja amar, el que no deja cantar, el que no deja soñar.

sábado, 16 de junio de 2012

Motín de sueños

Como niños esperando timbre de recreo, los sueños expectantes miran la puerta que los asoma al más allá, a ese futuro que es puro juego y canción. Hace tiempo que los sueños aguardan y escuchan "esperá un porquito", "más adelante" y "olvidate, ya está"
Clara cuenta que días atrás vio un puñado de sueños amotinados, dispuestos a huelga de hambre si es necesario, con tal de ser soñados. Y en motín, enseguida surgieron los roles:
-De acá no nos movemos  -anunció el vocero de los sueños.
-Este día consta en acta -dijo el secretario de los sueños.
-Yo armo el mate y preparo la guitarra -expresó ese sueño que hace mucho que no hablaba.
Otro sueño, que siempre se creyó filósofo, alzó la voz:
-La vida es movimiento. El movimiento va marcando el paso y la manera de pisar.
No faltó el sueño hippie y ciclista:
-Giraré, giraré tanto los pedales, tanto, tanto, que llegaré a volar.
Y ahí van, los amotinados sueños, con mate y cuento, pedal y canto, queriendo ser soñados, bailando hasta madrugar.

lunes, 11 de junio de 2012

Fragmentos que tiñen los pies

Historias de "érase una vez" nacen para libros de cuento y a veces quedan sólo allí. De cuando en cuando, algunos fragmentos se escapan y tiñen rincones de historias de pies caminantes.
Cuentan los isondúes que la tintura se expande más en los pies que ya estaban acostumbrados a caminar y desparrama su color de punta a taco.
En asomo, ese color huele mal los primeros días. ¡Y no combina ni con blanco! Pasan los días y el tiempo sorprende vista y olfato. Y los pies sienten nuevos movimientos poblados de sueños. Entonces los isondúes aprovechan que Añá está distraído y se reúnen para celebrar. Beben en copa la tintura de los pies, que ya no huele mal... que ya combina con su luz.

domingo, 27 de mayo de 2012

No callan ni pierden la canción


Las voces que claman juegan como si fueran niños cantando andares de sólo vivir. Recuperan la voz de Agustín, que siglos atrás pronunciaba “Ama y haz lo que quieras” y la canta parafraseando: “Ama y prescinde de lo que quieras”
Ciertos días las voces ensordecen, reventando tímpanos, vibrando adornos. Cuando ensordecen Clara anda lento por la vida, recorre las esquinas de su casa sin saber qué tiene que hacer.
Otros días las voces sólo susurran, dejando caminar y respirar. Sea que susurren, sea que ensordezcan, las voces que claman no callan ni pierden la canción:
“Yo sólo quiero darte luz
cobijarme en tus sueños
abre esa ventanita del corazón que haz olvidado
Antes de que amanezca quiero saber si estás a mi lado”

jueves, 24 de mayo de 2012

Añá está de regreso

No hay filo que corte la densidad de las horas. El aire nauseabundo estrangula las esencias y marchita el jazmín. Los segundos son horas y de ellos, de ellas, hay que salir cuanto antes. ¿Salir para migrar hacia otra hora tan triste como la presente? ¿Salir de estas horas, pincelando montañas florecidas y cielos turquesas, para convencerse del ilusorio regreso del jazmín? ¿En qué momento llegó la noche? ¿En qué momento, sin dar aviso para manotear lápiz, vela y papel? ¿Fue una brisa la que desnudó mi sonrisa? ¿Añá volvió a la carga y encerró los isondúes?

martes, 8 de mayo de 2012

Voces que claman

Clara está de regreso. Hace tiempo que escucha voces que gimen desde lejos sin saber cómo ni cuando se pronunciaron. Gritos que claman y reclaman pasos sin dar, horizontes sin vislumbrar. Ese otoño suelta la hoja. 
La tierra la recibe e imparte la humedad que el árbol ya no le da. La hoja llora. El árbol extraña con dolor de entraña y se siente muerto de miedo por el frío por el frío que el tiempo anuncia. Hoja y árbol duelen distancia, por más certeza de responder a esas voces que claman. Ellas, las voces indescriptibles, anidan en el corazón y, encaprichadas, no se irán sin su cometido.
La lágrima, que baja acompasada a la hoja, pronuncia grito de tristeza y mientras cae intenta, pataleando en grito para que vuelva lo que se fue, callar las voces que claman. Pero no hay pataleo que alcance ni intento de afinación. Clara me cuenta que la guitarra se siente ajena en aquel bar y quiere acompañar otros cantos: cantos con letra de las voces que invocan, esas que desde lejos reclaman nuevos ríos por donde su vida va.

domingo, 6 de mayo de 2012

Como árbol de otoño

Se pierden las hojas, el otoño evoca. Se van los alrededores y la desnuda rama anuncia austeridad de frutos. De todo, lo intocable de la vida resiste hasta el margen, bien al margen pero sólo hasta allí. Cruzando el límite, forzando el margen, la tristeza irrumpe en ahogo y saturación.
Aunque el árbol intente sostener las hojas, sabe de un tiempo nuevo por venir. Desprende en llanto y, en palmada de adiós, las suelta gravedad y viento mediante, hacia la tierra y el más allá.
Entonces otoño evoca: no hay hojas que oculten la desnudez. Y lo que resiste, ese intocable e innombrable deseo, invoca la palabra, pronuncia lo que ocupa piel y corazón y espera... espera... sabiendo invierno por parir, primavera por surgir.

sábado, 28 de abril de 2012

Puede ocurrirte

Que la tristeza te pueble, te zamarree, te lastime, te desgarre.
Que las lágrimas viajen y viajen por tu cara, en cada momento, sin aviso ni permiso.
Que no quieras pronunciar otra plegaria que no sea un "que vuelvas".
Que no soportes un "está feliz en los brazos de Dios", porque no te preocupa dónde está sino que no está ni estará.
Que no tengas ganas de estar con gente, ni sólo, ni en ruido, ni en silencio.
Que te carcoma lo no dicho y esa próxima ronda de mate en el que él no estará.
Que te sientas condenado a la desnudez en la que te deja el dolor.
Que sientas que no hay hechizo, dios, rezo ni pócima que lo traigan.
Que no se te vaya de la cabeza, sea que juegues, duermas o patalees.
Que te sientas muerto
vacío
adolorido
cabizbajo y consumido
seco y sinsentido
desesperado y oscuro

Puede ocurrirte todo eso y mucho más
cuando amaste y se fue
sin aviso
sin tu permiso
se fue... se fue
nuevamente
terriblemente
violentamente
otro amigo.



sábado, 24 de marzo de 2012

Dicen

La Perla. 24 de marzo de 2012

Dicen las calles: ¿quiénes van? ¿dónde van?, que mi piel los siente pedalear distinto hacia una tierra desgarrada, tatuada de terror y de miedo.
Dicen los voceros de ventanilla: “Ahí van los zurditos”
Y las remeras dicen: “La verdad nos hará libres”, “los pañuelos se convierten en palomas”, “Te estamos buscando” “Vamos caminando, aquí se respira lucha”.
Dice la llegada: “Este predio es signo de la victoria de su lucha”
Y las paredes dicen: testigo del horror fui, testigo de tu memoria soy, voy rasgada de pavor pero suturada con tu esperanza y tu voz, penetrándote de silencios.
Dicen los murales: “Pocho vive”, “Mi mamá tenía un sueño”, “Pa: no pude conocerte. Te extraño. Tu hija...”
Y dicen los silenciados: “         ”
Entre decidores, dicen las bicis: “Una bici más, un auto menos” “El Famatina no se toca” “Bicisendas ya”. Pero la bici qué más dice es la bici vacía, que cuenta todo el viaje, sin parar de contar: Un hombre pedalea con la remera de Biciurbanos y lleva durante el recorrido, de inicio a fin, con una mano, una bici que gira y gira sin que nadie la haga pedalear. Esa bici sin gente calla el pataleo de quienes enseguida dicen “no fueron 30.000”. La foto de ella, el espacio vacío, la vida robada y el llanto de “sobre esta bici ella no está”, anuncia que su todo ya no está. Y la fuerza de la ausencia recoge los miles de borrados, los pensamientos negados, las búsquedas truncadas. Y recoge lo que dicen las calles, las paredes, los murales, las remeras. Lloran lo que los silenciados no pudieron decir y celebran, celebran, a los que han parido vida en medio de tanta, tanta, muerte.
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sábado, 3 de marzo de 2012

Como un vaso vacío...


El primer día en Atamisqui despide soles y andares. El abrasador sol apaga por completo el pueblo a la siesta y da paso a la vida nocturna aunque mañana se trabaje.

Emilio, el cura de 84 años, nos recibe y dice que él no tiene mucho para decir: “Vayan como un vaso vacío. Si su vaso va lleno, no entrará nada. Si, en cambio, van vacíos, ellos lo llenan y juntos pueden compartirlo”

La ausencia de mensajes de texto en mi teléfono me traslada a diez años atrás. Dos micrófonos y una llave en la bolsa de supermercado equivalen a “el que tiene la llave es productor, musicalizador, operador y columnista” Como tenemos la llave y los micrófonos, ¡somos radio! Salimos al aire por FM “La Atamisqueña” cada día en un programa que llamamos “El Dios que ama a los jóvenes” Nuestras voces tratan de compartir y brindar, con música y palabras, esa certeza.

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Pasan los días. Cambia la escala pero los discursos y las sensaciones sobre algunos temas se repiten. Los de Córdoba no van a Buenos Aires a vivir porque “allá es muy peligroso”. Los del interior cordobés no van a la ciudad porque “allí es peligroso”. El pueblo atamisqueño no va a Santiago y los de los alrededores no van a Atamisqui: “Acá, en el campo, es tranquilo. Dejás las cosas afuera y cuando te levantás todavía están. En el pueblo no es así”

Tras pasos sobre tierra partida, Clara cruza hilo y mueve el telar para dar el trenzado imaginado por sus antepasados y repetido como valiosa herencia. El telar al rayo del sol espera visita. Sol y telas marcan la percepción del tiempo y son, a veces, la compañía hasta que el marido vuelva de la florada, o de cosechar papa en alguna provincia: “Tres meses se va a veces, tres meses. O seis. Seis. No sé cuando volverá, pero este año se está pagando bien” Tres o seis meses, sea como sea, parecen una eternidad para no ver a quien es gran parte de su vida, especialmente aquí, donde el ruido de las ciudades no distrae de ausencias.
Gladiz cuenta que ella hizo telas toda su vida, pero que hace poco más de 20 años tuvo que abandonar.
-No se vendía nada. A la gente no le interesaba lo tradicional, estas cosas hechas a mano que hacemos pueblo adentro. Estuve 10 años sin tocar el telar, pero en los últimos años ya se valora nuevamente nuestro trabajo y hay además un subsidio del Ministerio de Desarrollo para que podamos seguir haciendo y otros nos enseñen otros tejidos.

Sin saber grandes procesos políticos y económicos, Gladiz refleja con su historia de telar que ninguna política es inocente. Me quedo pensando en aquellos años noventa, donde había que comprar lo de afuera, mirar lo de afuera, viajar afuera e ignorar, sistemáticamente, casi como avergonzándose, de nuestro pueblo adentro.

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Pasan y pasan los días. Nos dirigimos a Juanillo poco antes de regresar.
-Son los que estuvieron en la escuela -gritan desde lejos.

Luis y Susana reparten sillas y traen enseguida el brasero para el mate, preparan tortilla y arrope y disponen todo para recibirnos. Junto a ellos van y vienen los siete pequeños que pasean un compartir que se viene gestando. Algunos esperan que termine la peli que ahora pueden ver con la energía que el pequeño panel solar les brinda.

En Villa Atamisqui notábamos la primera discontinuidad en torno al agua: abrís la canilla y no sale. La red está vacía. Aquí la discontinuidad toma el rostro de un abismo. Canilla no hay, ni red, ni pozo. Los baldes juntan el agua de lluvia y el agua que pidieron días atrás en Juanillo. Pero aquí es tranquilo, cuenta Luis, mientras los enanos traen guitarra, acordeón, bombo y armónica, y los animales van y vienen por la casa: la gallina sobre la mesa, las vacas y las cabras pasan pegaditas a nuestras sillas, perros, gatos y pollitos dan vueltas por las patas de las sillas y los caballos patean el corral recordando hora de comer.

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No hay paso dado tierra adentro que oculte certeza de desigualdad y ponga al descubierto nuestros niveles de derroche. Tierra olvidada, país abandonado. Aquí no hay crisis griega ni alza del dólar. Y los oasis proclamados de crecimiento país llegan en migajas, cuando el viento no se las lleva. Y entre migaja y migaja algunas personas gastan su vida para que otras resurjan. Las hermanas acompañan mesas de gestión, organizan cruzadas de alambrados y lagunas artificiales para demostrar que esa tierra pertenece a los que allí nacieron y allí viven. Lucha y resistencia se miden con alambre y con la unión de campesinos monte adentro, mientras la amenaza por quedarse con las tierras amanece más temprano que el sol. Los engaños se distribuyen como vasos comunicantes, tanto en las grandes ciudades como aquí. Mientras en Córdoba intentan expulsar del centro a Villa La Maternidad para que la tierra sea un rascacielos, y ellos tengan una “hermosa casa en la periferia”, aquí el engaño los convoca a la ciudad donde tendrán casa, luz y agua. Con el espejito vendido, le venden el campo y ya no hay vuelta atrás.

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Mientras nos vamos, con un rincón tristón de despedida y con el corazón resonando olvidos e injusticias, la certeza de Laura Ros canta y canta:

“Pueden ponerle candado a tus sueños
Pueden cerrarte las puertas del sol
Pueden oírte llorar en silencio
Pero no pueden sentir el amor”

 

martes, 21 de febrero de 2012

Repleto de intemperie

Sentado en la balsa me tiene la vida, como hace tiempo me lleva y entretiene. Pero el corazón anda como rengo de escritura, falto de tinta para que se haga papel el instante que pasó y el sueño que nació. Las palabras no salen y los silencios ven girar lo que nace y lo que muere. Clara no cuenta, Santi calla, y este corazón viajero se siente sin puerto como certeza, en el punto de equilibrio, a la espera de la siguiente paleta sobre el agua que defina tierra adentro o mar profundo.
Con fe en la trama, con mano en remo y toda la mirada puesta en las aguas que corren, fluyen los instantes, repletos de intemperie.

viernes, 10 de febrero de 2012

Cara de maleta lista

No logro extrañar así nomás, de pura poesía y relato. Esta piel extraña aquella piel y este abrazo por dar añora nuevamente las manos enlazadas y esa cicatriz sin cerrar del último adiós. La lejanía de un puñado de amigxs que son luz me tiene como en exilio, con cara de maleta lista y boleto en mano, descontando segundos para el abrazo por venir.

martes, 31 de enero de 2012

"Samuel: pregunta el Toto en qué quedó lo que hablamos"

Crónicas de viaje al Chaco Paraguayo

Después de horas de viaje llegamos a Carmelo Peralta, en el Chaco Paraguayo. El cruce de río desde Brasil a Paraguay va dejando a sus espaldas asfalto y redes de internet.
Bajo el agua, mientras la embarcación va, sesenta metros de profundidad y centenares de animales de río y sus veredas.
Junto a las primeras huellas unos pequeños se acercan.
-¿Dolar?
Metros más y llegamos a la casa salesiana donde Evangelio se dice de muchas maneras “Que llegue agua a la gente”, “Que tengan un lugar donde jugar, que puedan escuchar la propuesta de Jesús”, “Que tengan un hombro donde reclinar la cabeza”.
Entramos a la radio y anunciamos llegada, dejando de ser los de la camioneta blanca para ser Walter, Julio, Jorge y Agustín.
Va cayendo la tarde. Los adioses se celebran a las 21 porque los buenos días se pronuncian a las 5am.
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Ya son las 5am. Es el día del “Aquidaban”. Aquidaban es el nombre que recibe el único transporte que seguro llegará a las poblaciones del Chaco. Los demás dependen de los caminos... pero el río siempre está. Aquidabán no tiene intemperie que lo detenga.
El barco sale desde Concepción (Paraguay) hasta Fuerte Olimpo. Frena en todo poblado y apenas se detiene comienza el intercambio. Bajan personas, motos recién compradas, respaldares de cama, huevos, banana, harina, garrafas de gas ¡y más! Suben personas, hielo, empanadas...
La claustrofobia puede atacar a cualquier minimalista. El barco lleva colgando, para compradores de cada poblado y para viajeros, ropa junto con bananas, cintos junto a las galletas, balanza de verdulería y hamacas paraguayas. Uno lee en un rincón, otros pescan, duermen o comen. La mayoría mira y espera durante toda la hora. Mira y espera. Mira y espera.
Dejamos el barco y partimos hacia una de las comunidades: la comunidad de los Ayoreos. Unas treinta familias con todas las características de un pueblo nómade. Cuentan que esta comunidad vino hacia el río por una sequía muy grande que hubo en su zona, tierra adentro, monte adentro. Volverán un día tal vez al monte si logran llegar antes que el alambrado. Aquí en Paraguay la lucha por la tierra es tema de conversación constante.
Al regreso almorzamos yacaré y carpincho, preparados exquisitamente por el hermano Domingo. Domingo traduce y adecúa pacientemente el Evangelio al ayoreo. Voy a FM joven, la radio que mantiene la comunidad salesiana. Paí (padre) Armindo confiesa que a él no le gustaba mucho la radio, pero que a la gente le gusta escuchar. A veces hay alguno más, pero lo habitual es su presencia y la del hermano domingo. Guiones, silencio en cabina, cuidado de la acústica, cortinas musicales y programación a largo plazo parecen haber quedado en las cuidades y en las facultades. Locutor, operador, redactor de noticias y meteorólogo se resumen en si la misma persona está usando su voz, si está usando las manos o si salió al patio a ver el termómetro. La información mundial no es la decadencia del Euro ni la semifinal de Nadal-Federer sino: “Samuel: pregunta el Toto en qué quedó lo que hablamos”. Parafraseando el proverbio chino: “Tu aldea es tu mundo”. ¿No?
Las pulsaciones son distintas: “A qué hora” se dice “a la mañana” o “a la tarde”. Las colonizaciones son distintas: muchos por Argentina dicen “En Europa...” “En Estados Unidos” y admiran. Acá dicen: “Cruzamos a Brasil para hacer nacer a los hijos, los documentamos allá aunque vivamos acá. Estudiamos allá. Sabemos su idioma y no el nuestro” Ir al otro lado del río es ir a encontrar la respuesta que el gobierno paraguayo dejó bien guardadita, en el cajón del olvido.

Chaco paraguayo. Carmelo Peralta 2012

sábado, 28 de enero de 2012

Silencios entre palabras

Entre cada palabra existe el silencio. Cada silencio esconde el misterio y cada misterio la esperanza.
Robé tristemente algunas veces en la vida los silencios que cada palabra, cada día, cada año, se merece.
Por gracia de Dios o por sonidos del viento, lxs hermanxs del adar profundo anunciaron silencios por respetar. Me quitaron la terca idea de vivir en una interminable carrera de cosas por cambiar, como si el mundo dependiera de mi, y me devolvieron la confianza en contemplar el ritmo de la pequeña siembra: a paso lento, entre cada palabra, misteriosamente, esperanzadamente, ella crece. Crece. Crece.

Un puñado de silencios bienguardados


18 de enero

Viajamos hacia la muerte con algunos silencios bienguardados. De los nuestros, sólo algunos son sabidos por un puñado. Otros morirán en nosotros y con nosotros ¡Nadie preguntará dónde están!
Pero guardamos además un puñado de secretos de otros que nos contaron un rincón de su corazón. Algunos silencios reciben sobrenombres y se vuelven cuento, porque saben que si no salen de algún modo, sufren y ahogan.
Acaricio esos, mis silencios y esos silenciosos secretos de mis hermanxs del andar. Pido a Dios que desde mi mano les llegue su ternura, para que se cuenten con libertad cuando quieran hacerlo... para que se abracen con misterio, cuando quieran callarlo.

martes, 17 de enero de 2012

Primeros pasos por Asunción


Es el cumple de una gran amiga. Me apena un poco estar lejos de ella, a quien vengo recordando desde que el día comenzó y sigo recordando en los andares por el centro de Asunción. La recordé también en la misa.
Caminé un largo rato por la capital de Paraguay, antes de partir a los ejercicios espirituales. Caminé sin recorrido, sin mapa, como me gusta. Caminar así me hace pensar que los pasos dados no son pasos intermedios hasta llegar al destino final, sino son el destino mismo. Cada paso presente lo es y goza de gran plenitud. Quiero vivir así la vida, celebrando, como dice Galeano, que “la verdad está en el viaje, no en el puerto”
Lo primero que vino a mi vista en Asunción es la mixtura entre dos centros comerciales: los bajo techo y los que están en la vereda. Aunque el techo cubre a algunos y su ausencia expone a otros, la vidriera de un local carísimo se encuentra poblada por un puesto de pulseras y collares, de yuyos, de frutas o dvd's. Van a la par en simbólica violencia, como ocurre también en la zona de los bancos donde sobra plata acumulada bajo techo y falta para llegar al fin del día, techo afuera.
No alcancé a ver bicicletas en toda la caminata. Todos autos importados y colectivos antiguos en comparación con las grandes capitales argentinas. Muchos colectivos tienen dibujos y firuletes, al estilo de la vieja línea 60 en Buenos Aires.
Las paredes dicen: “Va a estallar”, “Sexo anal al capitalismo”, “NN diputado 2013” “Prohibido orinar” “200AÑOS de libertad avasallada”
El tereré gana ampliamente contra las gaseosas y es raro ver personas tomando gaseosas mientras camina. Pierde también el local de Mc Donalds, prácticamente vacío. Ganan los puestos de tortilla y panes, de ensaladas de fruta y de fruta para comer en la calle.
En pocas horas compartí con salesianos de Paraguay, de Taiwán, de Polonia y de Argentina. También con voluntarios alemanes que trabajan en “Don Bosco Roga”, una propuesta para chicos de la calle.
Vienen días de encuentro interior profundo. Me confío a sus oraciones.

lunes, 9 de enero de 2012

¡Este enero biennacido!

7 de enero

Toma el primer envión el año de la incertidumbre. Ya no curso más en la facultad, ya no tengo que rendir, el tiempo de tesis está e su plenilunio y todo... todo.. se dispone para la misión entre los jóvenes. Mientras esas despedidas ocurren, cada encuentro se vuelve celebración de los últimos, aunque tal vez no lo sea... y cada no-encuentro, cada distancia difícil de acortar, se torna dolorosa.
Los primeros pasos del andar fueron sobre suelo de arena junto a mi familia. Días de contarse mucho y hacer poco. Hace mucho que no hacía tan poco. ¡Me hizo tanto bien!
La pequeña Pilar se adueñaba de nuestras miradas y exponía nuestros rincones de ternura. Entretanto, el mar que mirábamos cuando Pilar no era nuestra dueña, trae olas incansablemente. Clara me cuenta a lo lejos: pensé mucho cuando vi por primera vez el mar. Tengo amigos con los que la profundidad del compartir empezó así. De pequeñas olas, planito... pero luego no sabía hasta dónde podía llegar.
Mar adentro, mar profundo, mar de los amigos de las entrañas y de la familia amada, no te vayas. No te vayas, mar, en este enero biennacido.