miércoles, 19 de octubre de 2011

Resiste la sufrida flor


El granizo marchitó ayer las flores con furia de castigo. Ellas venían embelleciendo rincones, tras la larga sequía que las hacía agonizar.
Ahora todo parecía paz, con la lluvia llegada y el acariciador sol primaveral. Contemplaba las margaritas cada mañana con inmensa alegría.
Poco duró la paz a la flor. Golpeada, lastimada, hoy despertó con sensación de cuerpo cansado, de herida de combate, de dolor inesperado.
Aunque intenta brillar y no puede, las raíces se conservan intactas. En la batalla perdida, difícilmente pierde la guerra quien permanece enraizado en la Madre Tierra, firme en Dios, con el lazo profundo a donde se nutre la vida.

Esperando con flor


Poco más de diez años de la última vez que la vi. Estuvimos juntos en un grupo que era, para ambos, la vida.
Como entonces, la vida en primavera, nos encontró.
Yo compraba flores porque venían las familias de los que viven conmigo. Las familias merecen flores y mucho más.
Ella compraba flores.
-Voy a llenar la casa. Ayer nos enteramos del embarazo y dispusimos el día para que hoy, la flor, inunde nuestra casa.

sábado, 15 de octubre de 2011

Pillku, en Aymará, “amantes de la libertad”


Porque me dejás mirar a la gente mientras vamos andando.
Porque me hacés oler la flor en primavera.
Porque me esperás afuera mientras hago algo.
Porque juntos le respondemos a los pájaros cuando nos cantan.
Porque juntos nos bancamos el sol, la lluvia, los pozos, la tierra y el caliente asfalto.
Porque juntos huimos a la montaña
Porque cantás conmigo
soñas conmigo
viajás comingo
morís conmigo.
Te llamarás Pillku.
Y así, cuando nos entierren juntos, el epitafio dirá:
¡Aquí yacen dos amantes de la libertad!

lunes, 3 de octubre de 2011

Chocolates del "ottocento"

Él pisaba hace años el pequeño y añejo bar.
Ella visitaba, días atrás, la misma silla, el mismo suelo, el mismo rincón.
Por arte de magia, o gracia de un Dios, por inspiración de las musas o por empujón de un río, Clara sabía que él estaba allí, en aquel bar donde fue por primera vez a mediados del 1800.
Clara trajo chocolates comprados allí, porque ahí él estuvo, porque ahí él estaba, porque ahí él estará. Tomó el chocolate, lo partió y lo dio a sus amigos y amigas diciendo:
-Coman. Éste es el chocolate de la poesía de la vida.
Él pisa, descalzo, hace días esa pequeña historia. ¡Cuánta gente riega la vida, cada mañana, con gotas de ternura!