viernes, 24 de junio de 2011

La casimuerte sobre ruedas


(26 de enero de 2009)
No termino de entender por qué hoy no fue el día de mi muerte. Suena trágico pero en verdad sólo por arte de Dios estoy vivo y prácticamente no me pasó nada. El auto venía muy fuerte y yo me distraje. No lo vi. Mientras el accidente sucedía nunca pensé que moriría. Pensé que me desarmaba entero pero que una llama quedaría encendida. En medio de la ruta, mientras me iba yendo al costado agradecí a Dios porque me salva aún en mis descuidos. Dios me sigue queriendo aunque lo haga renegar.
Volviendo con la bici al hombro pensé en muchos y en vos querida vida. ¿Cómo vendrás a visitarme? Si la muerte viene sobre ruedas, espero alguien me creme y me guarde dentro de ese cuadro. Pueden dársela a alguien que la necesite, y con él o ella, iremos pedaleando-amando la ciudad.

A la facultad en dos ruedas

(24 de julio de 2007)
Comencé a ir a la facultad en bicicleta, en el marco del utópico deseo de combatir estos tiempos de petrocracia con la alternativa de tracción a pedales. Fue un parto conseguir playa de estacionamiento. Nadie se hace cargo. El centro expulsa a los ciclistas discriminándolos por débiles que vagan por las calles. Entre postes y cestos de basura se turnaron para cuidarme la bicicleta. Volví contento… un mínimo menos de contaminación ambiental es mi regalo de hoy a mis hermanos hormigúmanos cordobeses.
Veremos cómo nos va en la pedaleada, aunque a muchos no le gusta nada. Gracias a Dios nació Cortazar y me dijo el otro día que “los sueños se niegan al desalojo”.

La locura rodando


La pedaleada por las sierras nos esperaba pero mi amigo no tenía bicicleta. Lo más loco que hice en la vida fue eso, simple e inconsciente. Partí en bicicleta cruzando de periferia a centro, diez kilómetros. Una mano en mi bicicleta y otra en la que le iba a dar a mi amigo. ¿En qué pensaba? ¿En qué ángel de la guarda creía? Ellas y yo llegamos a terminal de ómnibus sin un sólo raspón ni atropello. ¿En qué pensaba? En las sierras, en el andar, en el río compartido y en la sonrisa entregada... ¡se venía la pedaleada!

miércoles, 22 de junio de 2011

El sueño rodando


Me iba en bici al dentista pero quería aprovechar el viaje para dejar bicipartes en el taller comunitario. Las bicipartes, colgaban de la bici y hasta había colgada una bicicleta entera. Yo iba pedaleando y la gente me gritaba que frene, que ellos también tenían para darme algo. Y seguía enganchando bicis y más bicis haciendo equilibrio como yenga casi terminado. Y otro cuadro, y otra bici, y otra llanta... y... y...
El despertador lo arruinó todo y se llevó la magia. De momentos pataleo ante la vida, cuando ella se empeña en arrebatarme los sueños sin dejarme siguiera sacar un pañuelo para la despedida.

Los bicicomunistas


¡Hasta la victoria bicis!, saluda atentamente el colectivo “biciurbanos” de la ciudad. La marcha se hace sobre ruedas por la avenida principal, de cuando en cuando, hay “fiesta del reciclaje” para uso bicicomunitario.
Un pedal, un asiento, un viejo cuadro y un abandonado freno son convocados a la fiesta. Los invitados no saben de enajenación porque se convierten en artistas de collage. Suena la música, circulan los mates y se mezclan las sonrisas. El toque final lo da una artista cordobesa. Y así cada una de ellas es única. ¡Y todas son de todos”

martes, 21 de junio de 2011

La Zatti


Abandonada. Olvidada. Vestida de intemperie y soledad, la Zatti dormía en un rincón, como enterrada tras largos años de trabajo. Era igualita a la de Don Artémides Zatti, y por su apellido la bautizamos. Loro y yo tironemos hasta que salió de aquel fango. El corazón nos latía y cantaba, acompasadamente: ¡resucítenla!
Los cantos de Silvio, unos pinceles con nafta, unas pocas pinzas y otras pocas noches, compartires del corazón y cariño mutuo hacia quien había sido sangre de nuestra decisión. Todo eso juntito se mezclaba para preparar la pócima de la biciresurrección.
Entre tanta teoría filosófica diaria, la Zatti se lucía y burlaba

El vendedor de bicis


Íbamos juntando unas monedas y cada tanto decidíamos cambiar la bici. Para compraventa no éramos muy hábiles... ¡pero teníamos un abuelo! Vendía sábanas el abuelo en su comercio de Capilla del Monte.
Cada mañana se iba temprano a trabajar y al rato se asomaban nuestras bicis por el local. Trabábamos el pedal con el cordón de la vereda y nos quedábamos allí largo rato, viendo cómo Oscar pintaba y atendía a los compradores de sábanas.
Además de sábanas y cuadros, nos vendía las bicicletas.
Hace años a mis hermanos y a mi nos quedan dudas. ¿Cómo hacía para venderlas tan rápido? ¿Por qué siempre las vendía cuando nosotros no estábamos? ¿Las habrá comprado y luego regalado? A veces elegimos no lastimar el misterio, no sea que la vida nos termine aburriendo.