viernes, 27 de agosto de 2010

Abuela Elsa

De mis dos abuelas sólo conocía a una. Nacha, mi abuela paterna falleció cuando papá tenía dieciseis años, ocho años antes de que yo naciera.
Elsa nació el 5 de julio de 1925 en Buenos Aires. No sé mucho de su infancia pero sé que estuvo muy enferma (tal vez haya sido tuberculosis) y que ese motivo la trajo a las sierras cordobesas, donde la gente con problemas respiratorios venía a recibir buen aire.
Todo parece indicar que ahí conoció a mi abuelo, nacido en Capilla del Monte. No sé cómo se conocieron.
Elsa murió en 1993 cuando yo tenía 13 años. Ella nos recibía siempre en su casa cuando íbamos a vacacionar o a visitarlos por los fines de semana. Siempre estaba atenta a muchos detalles y cuidaba mucho de nosotros.
Recuerdo que a los 12 años nos llevaba a Buenos Aires para que conozcamos la ciudad. Sólo llegamos a ir mi hermana y yo. Recuerdo también que yo me asomaba siempre para ver cuánto le faltaba a la novela que veía. Sabía que al finalizar terminaba con una canción que tengo muy grabada. Ahí nomás salíamos hacia calle techada a ver al abuelo al negocio.
Elsa falleció horas antes del día de San Agustín. Para ese día siempre me compraba una revista de autos, que tanto me gustaban. Por algunos años mamá cubrió esa tarea.

jueves, 26 de agosto de 2010

Tierra que nace, cuando ella nace

Quizá en el idioma de los geólogos nacer signifique pisar la tierra y contagiarse de su energía. Tierra bendita que emana una paleta de colores para contemplar y un cuento a escribir, sin punto final.
De esos naceres algunos nos sonríen enormemente y alimentan como nutriente inacabable. Agnes Gonxha Bojaxhlu pisó esta paleta un 26 de agosto de 1910 y su cuento ya lleva miles de libros almacenados en corazones y radicalidades de vida. Esa viejita albanesa que pobló de resurrecciones Calcuta estira mis ganas de vivir y ajusta la bicicleta de mi andar cuando ésta rueda dudando cómo avanzar.
Los nacimientos, cálidos abrazos de Dios, desdibujan mi rutina y recrean mis ganas de vivir.
¡Felices cien años viejita! ¡Las revoluciones nacen con una sonrisa!

sábado, 14 de agosto de 2010

Rediseñando calendario

Crecen los numeritos, sin pedir mucho permiso... recreando, segundo a segundo, su grandeza. El chico que diseñó el calendario los hizo a todos iguales y los formó en pequeñas filas de siete... uno tras otro.
Pero a Santiago no todos les parecen igual. Fibrón en mano comenzó a estirar su contorno. ¿Hasta dónde? Un poquito más... o dos poquitos... según latido de la ocasión.
Los días no eran iguales ¡y que se sepa!
En enero marcó el 3 y el 31...
En febrero el 3, el 6, el...
En...
En abril también el 16, Juli, siempre Juli, tras largo llanto.
En...
Ciertos días, poblados de amores, teñidos de andares, dibujan un cielo... florecen un suelo.

12 de agosto

Contemplo aquel árbol
que mira hacia el cielo.
De cerca lo miro
y tiende hacia el suelo.
Arraigado quiero
vivir raíz adentro
encarnando hueso enterrado
de mis ancestros.
Liberado vivo, hacia aire-mar inmenso
cielo divino
cielo de sueño.
Las ramas se estiran
tratando de llegar a las tuyas, árbol vecino
y en tu magia se nutren
¿Quién soy, sino ese hueso
ese cielo
esa rama tuya
que me abraza
y yo beso?

miércoles, 11 de agosto de 2010

“Tengo tu sonrisa en un rincón de mi salvapantallas” (Drexler)

La gran cercanía con muchos chicos y con muchas chicas con quien nos encontramos en las redes sociales provistas por la web no deja de asombrarme, como tampoco deja de asombrarme cada uno de ellos y cada una de ellas.
Más de uno se espanta por la expresividad de nuestro cariño y, en su preocupación, me han hecho quedar pensando.
Creo que sí estoy enamorado... enamorado no de uno ni de una, sino enamorado de un montón... de una población de hermanxs de la vida inundadxs de Dios.
Me confieso enamorado y besador, sin boca y con palabras. Desnudado en pensamiento y corazón, intento vivir el amor, a riesgo de ser malinterpretado, a certeza de, al menos, querer ser pan partido y latido expresado.

viernes, 6 de agosto de 2010

Rompecabezas de letras

Ella discutía con las palabras cada noche antes de dormir. Las palabras querían ser nombradas en la pronunciación de su boca o en el rompecabezas de teclas de su compu.
Clara las miraba y las miraba, pero no las agarraba.
-Que te falta una cosa, que no me alcanzás, que no era eso lo que quería decir, que te me quedás corta, que te falta énfasis para lo que quiero decir...
Y Clara comenzó, retejiendo el mundo de las palabras y los amares:
Te quieraño... porque te quiero y te extraño
Te requierdo... porque te quiero y recuerdo
Te quieraso... porque te quiero muchaso
Te quierecio... porque te quiero y te aprecio
Te trairezo... porque te traigo cuando rezo.

Y la palabra inventada, que el corazón dio a luz, ahora sí, fue pronunciada. Y el baúl de inventos la multiplicó, pariendo nuevos colores a la vida.