domingo, 11 de octubre de 2009

Conocí a Don Bosco y lloré... no fue emoción

Mi primer recuerdo al entrar en una casa salesiana estuvo teñido de llanto. Tengo muy presente ese momento.
Agustín era un chico tímido como pocos imaginan. Sólo algunos recuerdan ese inicio excesivamente introvertido de mi vida.
Entré al colegio Pio X en el año 87 junto a mamá. Caminamos hacia la izquierda y luego subimos las escaleras. Allí nos esperaba Liliana, la maestra de 1ºB, diminuta y sonriente. Mis compañeros saludaron a sus mamás y formaron para entrar al curso. Yo no quise saludarla porque beso era despedida.
El gran edificio era como un mounstruo de los más grandes que había visto en las historietas. Cambié beso por llanto, haciendo saber que no quería permanecer en la casa del mounstruo. Entré igual pero mamá se quedó todas las horas de clases asomadita, dando señales, detrás de la ventana, como contando que el mounstruo donde estaba era sólo una historieta.
Al día siguiente comenzamos a amigarnos porque el cole no eran las paredes sino algo así como un hombre con bonete y sonrisa. El mounstro cayó al olvido y nació un Don llamado Bosco, que se fue asomando inicialmente en la vida de mis maestras y, al poco tiempo, me llenó la vida...

jueves, 8 de octubre de 2009

atardeceres

(Más de mis viejos escritos... 27/8/04)

A veces pienso que tendríamos que ser como el sol en los atardeceres. Durar unos pocos pero plenos instantes. Descender irradiando aquella Fuente de calor que está en nuestro interior. Morir en el horizonte con la confianza de que la irradiación sembrada comienza a dar el vivo tono anaranjado a las nubes que quedan.

martes, 6 de octubre de 2009

¿Me cambiarías por un diskette?

Hablando de viejos escritos... del 2003... cuando se usaban diskettes

¿Me cambiarías por un diskette?

Hace no muchas horas estando yo fuera de la casa le dije a un conocido que al volver le enviaría un texto de tenía guardado en la PC. Llegué y el técnico de las máquinas había decidido cambiar algunas cosas, y entre ellas, se perdió en el “espacio virtual” todo mi almacenamiento de datos, escritos personales, trabajos para presentar, inquietudes y temas de interés, subsidios de formación y demás archivos que tenía meticulosamente ordenados en mi carpeta virtual.
Debo reconocer que al principio me movía entre la broca y la desesperación. Bronca por el error de mi querido técnico. Desesperación porque, me doy cuenta ahora, estaba un poco apegado a todo eso que tenía acumulado. Decía en mis adentros: “todo lo que he perdido. Tanto bien podría haber hecho con todo eso. Tantas cosas había escrito sobre el paso de Dios en mi vida que al releerlas eran como caramelos para el alma… Tanto tiempo invertido en armar todo ese vademécum de intereses de los jóvenes y hoy eso está peor que quemado, porque ni cenizas quedan al eliminar datos de un mundo virtual…”
Aún en medio de las ganas que tengo de tener en uso esos archivos nuevamente siento una voz interior que me dice: “Me elegiste a mi”. Simplemente y solamente eso me dice, repitiendo varias veces. Sí, es a Dios a quien elegí. Sólo a Él. Y si Él me pide que todo ese castillito de archivos se derrumbe para que no me encariñe con el castillito y sí con él, pues, allá voy.
Porque en la vida lo bueno y el bien que con eso podríamos llegar a hacer puede tener una sutil trampa, y ella jugarnos una mala pasada: estando acostumbrados a las cosas nos olvidamos por quién la hacemos.
Allá queden entonces mis escritos, mis trabajos de clase, mis temas de formación y todo lo que tenía grabado, todo el bien que podría haber hecho. Yo me voy con quien me pidió que lo deje todo, incluso hasta los bienes pequeñitos.
Aún me parece hoy más cierto el refrán de que “no hay mal que por bien no venga”. Al menos a mí, el error del técnico en PC me ayudó a centrar la mirada en aquel a quien he prometido la vida.
(2003)

domingo, 4 de octubre de 2009

que no están cada vez peor... quiero decir...

Ayer no terminé de dormir bien tras una discusión de puntos de vista con una de esas amigas que comparto miles de cosas...Me volví con mucho temor a la mirada que a veces tenemos de los jóvenes. Todo empezó cuando ella dijo "los jóvenes están cada vez peor"
Debo reconocer que es quizá una de las frases que más me cuestan digerir... ¡y que vengan de mi amiga con quienes compartimos miles de esas cosas por las cuales el corazón late más fuerte!
Ella sostenía eso, porque dice que basta con mirar la realidad para darse cuenta... mmm... ¿mirar la realidad? ¿Cuál?
Tal vez sea demasiado inocente la mirada que tengo sobre lo juvenil pero hoy siento que muchos jóvenes están llenos de vida, que aman la vida y la libertad de la vida... que encienden con sinceridad los corazones de la gente... rompiendo esquemas pasados... no sé. Verán que estoy escribiendo todo así nomás... pero me cuesta tanto pensar tantas cosas que vivían los jóvenes antes, que me aterran esas frases...
Yo le decía que para mi eso no es así... que en todo caso uno puede decir "en este momento, me preocupa tal o cual cosa, a la cual pueden estar expuestos los jóvenes" Ella decía que sí... que todo bien... pero que eso era porque los jóvenes están cada vez peor...
Y ahí quedamos nomás... tal vez yo en esa "ilusión", pero con la certeza de que juzgando de esa manera lo que menos hacemos es caminar junto a ellos en las preocupaciones... y lo que más... oprimirles desde nuestros juicios de "lo bueno y correcto" que hay que hacer.

sábado, 3 de octubre de 2009

Aquellos todos, aquellos toditos

(viejos escritos, rejuntes de asombros)

Me gustaría que hoy estén, muy dentro de mi, muy cerca de aquí aquellos todos, aquellos toditos que en esta última vuelta de la tierra sobre el sol construyeron mi vida. Y los siento presentes, como mezclados entre la pintura de las paredes que ahora me rodean, como debajo de las sillas, como detrás de los platos.
Aquellos todos, aquellos toditos que cada mañana rezaron conmigo y compartieron el almuerzo.
Aquellos todos, aquellos toditos que viajaron a clase a mi lado, que compartieron la clase, que disfrutaron de un mate en el recreo.
Aquellos todos, aquellos toditos que pensaron distinto que yo y se animaron a decírmelo.
Aquellos todos, aquellos toditos que callaron para dar lugar al silencio que amo.
Aquellos todos, aquellos toditos que desplegaron su vida en un e-mail, en un abrazo, en una sonrisa de paso que se terminó por quedar.
Aquellos todos, aquellos toditos, aquellos del centro, aquellos de la periferia, aquellos ruidosos, aquellos silenciosos caminantes, aquellos prestalibros y aquellos cuentavidas.
Aquellos todos, aquellos toditos, los nadies según Galeano, los justos según Borges, los sin hijo ni árbol ni libro según Silvio.
Aquellos todos, aquellos toditos, los hombres sin historia que hicieron mi historia todo este año, todos estos años, todas estas horas… y cada milésima de hora.
Aquellos y aquellas, estos y esas son quienes niegan lo del “largo trecho”. Feliz me han dicho, feliz me han hecho.
01/07/04 (del festejo de 24 años)

viernes, 2 de octubre de 2009

Maletas

(Viejos escritos, "rejuntes de asombros")

Maletas

Arrugas en crecida y pocos pelos acompañaban a Alfonso, como pocos acompañan a los viejos que preparan sus adioses. Poca la ropa. Poca la comida. Pocos los pasos que da cada día. Pocos pero largos. Camina imaginariamente hacia el niño que fue y todavía es. Cuenta con lujo de detalles el penal que atajó. Lo recrea con su cuerpo inclinado hace meses hacia el lugar donde fue el fútbol, hacia la izquierda, cada vez más acostado, preparándolo para estarlo siempre.
Cuando lo ví por última vez no quiso decirme chau. Me abrazó y prosiguió:
-Tengo las maletas listas… para cuando él me pase a buscar.